martes, 7 de septiembre de 2010

CÉSAR VALLEJO: "LOS HERALDOS NEGROS". 6º año

                     CÉSAR VALLEJO

                 "LOS HERALDOS NEGROS"

   Hay golpes en la vida tan fuertes...Yo no sé!
   Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos;
   la resaca de todo lo sufrido
   se empozara en el alma...Yo no sé!


   Son pocos; pero son...Abren zanjas oscuras
   en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
   Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
   o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


   Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
   de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
   Esos golpes son las crepitaciones
   de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


   Y el hombre...Pobre...pobre! Vuelve los ojos locos, como
   cuando por sobre el hombro nos llama una palmada:
   vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
   se empoza, como charco de culpa en la mirada

Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo ni sé!


                     * * *      * * *       
           BORLAS DE HIELO

Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...


                     * * * * * 

PIEDRA NEGRA SOBRE PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...


                         * * * * *  

               
    ESPERGESIA
 
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
 
        * * *   * * *   * * * 






 

 

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