viernes, 17 de septiembre de 2010

CERVANTES: "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". 5º año

Primera Parte
Capítulo primero:

http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/parte1/parte01/cap01/default.htm

Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgo don Quijote de la Mancha.

En un lugar de la Mancha [2], de cuyo nombre no quiero acordarme [3], no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor [4]. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches [5], duelos y quebrantos los sábados [6], lentejas los viernes [7], algún palomino de añadidura los domingos [8], consumían las tres partes de su hacienda [9]. El resto della concluían sayo de velarte [10], calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo [11], y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino [12]. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera [13]. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años [14]. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro [15], gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de «Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba «Quijana»[16]. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aún la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto [17], que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer [18], y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y, de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva [19], porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos [20], donde en muchas partes hallaba escrito: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura» [21]. Y también cuando leía: «Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza...» [22]

Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para solo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales [23]. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra como allí se promete [24]; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello [25], si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar —que era hombre docto, graduado en Cigüenza— [26] sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula [27]; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo [28], decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo, que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga [29].

En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro [30], y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio [31]. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía [32], que para él no había otra historia más cierta en el mundo [33]. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de solo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes [34]. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles había muerto a Roldán, el encantado [35], valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos [36]. Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios y descomedidos, él solo era afable y bien criado [37]. Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia [38]. Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón [39], al ama que tenía, y aún a su sobrina de añadidura.

En efecto, rematado ya su juicio [40], vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo [41], y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república [42], hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos [43], cobrase eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos del imperio de Trapisonda [44]; y así, con estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía [45], se dio priesa a poner en efeto lo que deseaba. Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas [*] de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple [46]; mas a esto suplió su industria [47], porque de cartones hizo un modo de media celada que, encajada con el morrión, hacían [*] una apariencia de celada entera [48]. Es verdad que, para probar si era fuerte y podía estar al riesgo de una cuchillada [49], sacó su espada [50] y le dio dos golpes [51], y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse deste peligro [52], la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera, que él quedó satisfecho de su fortaleza y, sin querer hacer nueva experiencia della, la diputó y tuvo por celada finísima de encaje.

Fue luego a ver su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real [53] y más tachas que el caballo de Gonela, que «tantum pellis et ossa fuit» [54], le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría [55]; porque —según se decía él a sí mesmo— no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido [56]; y ansí procuraba acomodársele, de manera que declarase quién había sido antes que fuese de caballero andante y lo que era entonces; pues estaba muy puesto en razón que, mudando su señor estado, mudase él también el nombre, y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba [57]; y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación [58], al fin le vino a llamar «Rocinante», nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo [59].

Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar «don Quijote» [60]; de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que sin duda se debía de llamar «Quijada» , y no «Quesada», como otros quisieron decir [61]. Pero acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse «Amadís» a secas [62], sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó «Amadís de Gaula» [63], así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse «don Quijote de la Mancha», con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.

Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo[64], se dio a entender [65] que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma [66]. Decíase él:

—Si yo, por malos de mis pecados [67], o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro [68], o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente [69], le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado [70], y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora [71], y diga con voz humilde y rendida: «Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania [72], a quien venció en singular batalla [73] el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante la vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante»? [74]

¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata dello [75]. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto [76].
                          
               * * *  * * *  * * *   

                       NOTAS (CAP. I):

[1] condición se refiere tanto a las circunstancias sociales como a la índole personal, y ejercicio, al modo en que ejercita o pone en práctica unas y otra el protagonista (adjetivado famoso de acuerdo con la misma ficción que I, Pról., 13).

[2] lugar: no con el valor de ‘sitio o paraje’, sino como ‘localidad’ y en especial ‘pequeña entidad de población’, en nuestro caso situada concretamente en el Campo de Montiel (I, 2, 47, y 7,93), a caballo de las actuales provincias de Ciudad Real y Albacete. Seguramente por azar, la frase coincide con el verso de un romance nuevo.

[3] ‘no voy, no llego a acordarme ahora’ (e incluso ‘no entro ahora en si me acuerdo o no’); quiero puede tener aquí valor de auxiliar, análogo al de voy o llego en las perífrasis equivalentes; en el desenlace, sin embargo, C. recupera el sentido propio del verbo: «cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente...» (II, 74, 1222). La indeterminación de ese comienzo, que tiene numerosos análogos en narraciones de corte popular, contrasta con los prolijos detalles con que se abren algunos libros de caballerías.

[4] astillero: ‘percha o estante para sostener las astas o lanzas’; adarga: ‘escudo ligero, de ante o cuero’; el hidalgo que no poseyera cuando menos un caballo —aunque fuera un rocín de mala raza y mala traza—, en teoría para servir al Rey cuando se le requiriera, decaía de hecho de su condición; el galgo se menciona especialmente en cuanto perro de caza. Nótese que la adarga, como sin duda la lanza, es antigua: son vestigios de una edad pasada, en el cuadro contemporáneo (no ha mucho tiempo) de la acción.

[5] La olla o ‘cocido’, de carne, tocino, verduras y legumbres, era el plato principal de la alimentación diaria (a menudo, para comer y para cenar). En una buena olla, había más vaca que carnero (la vaca era un tercio más barata que el carnero). El salpicón se preparaba como fiambre con los restos de la carne de vaca, picada con cebolla y aderezada con vinagre, pimienta y sal.
[6] Los duelos y quebrantos eran un plato que no rompía la abstinencia de carnes selectas que en el reino de Castilla se observaba los sábados; podría tratarse de ‘huevos con tocino’.

[7] Como los viernes eran días de ayuno y abstinencia de carne, hay que suponer que las lantejas serían solo con ajo, cebolla y alguna hierba...

[8] Del palomino de añadidura (es decir, ‘más allá de lo regular’) se infiere que D.Q. poseía un palomar, privilegio tradicionalmente reservado a hidalgos y órdenes religiosas.

[9] ‘las tres cuartas partes de su renta’.

[10] sayo: ‘traje de hombre con falda, para vestir a cuerpo’ , ya anticuado hacia 1600; velarte: ‘paño de abrigo’, negro o azul, de buena calidad.

[11] calzas: ‘prenda que cubría los muslos, compuesta por unas tiras verticales, un forro y un relleno’; velludo: ‘felpa o terciopelo’; los pantuflos eran un tipo de calzado que se ponía sobre otros zapatos. Nótese que mesmo (forma etimológica) alterna con mismo (por analogía con mí) a lo largo de toda la novela.

[12] vellorí: «paño entrefino de color pardo ceniciento» (Autoridades). Dentro de la obligada modestia, DQ viste con una pulcritud y un atildamiento muy estudiados, porque la conservación de su rango depende en buena parte de su apariencia.

[13] ‘un mozo para todo’ (si, como parece, debe entenderse ‘de plaza pública’, es decir, para preparar y acompañar al caballero cuando sale de caza).

[14] En los siglos XVI y XVII, la esperanza de vida al nacer se situaba entre los veinte y los treinta años; entre quienes superaban esa media, solo unos pocos, en torno al diez por ciento, morían después de los sesenta. En términos estadísticos, pues, D.Q. está en sus últimos años, y como «viejo», «enfermo» y «por la edad agobiado» lo ve su sobrina (II, 6, 674).

[15] Era opinión común que la complexión o ‘constitución física’ estaba determinada por el equilibrio relativo de las cuatro cualidades elementales (seco, húmedo, frío y caliente), que, por otro lado, a la par que los cuatro humores constitutivos del cuerpo (sangre, flema, bilis amarilla o cólera, y bilis negra o melancolía), condicionaban el temperamento o manera de ser. La caracterización tradicional del individuo colérico coincidía fundamentalmente con los datos físicos de D.Q. quien, sobre ser enjuto y seco, tiene «piernas ...muy largas y flacas» (I, 35, 416), es «amarillo» (I, 37, 436), «estirado y avellanado de miembros» (II, 14, 736), y alardea de «la anchura ... de sus venas» (I, 43, 508). A su vez, la versión de la teoría de los humores propuesta en el Examen de ingenios (1575), de Juan Huarte de San Juan, atribuía al colérico y meláncólico unos rasgos de inventiva y singularidad con paralelos en nuestro ingenioso hidalgo.

[16] «Unos autores opinan y se resuelven a afirmar (quieren decir) que el apellido (sobrenombre, que abarcaba también los valores de ‘apodo’ y ‘apelativo para complementar el nombre de pila’) era Quijada, otros que Quesada...» C. finge que en el caso pretendidamente real de D.Q. se da una divergencia de fuentes, como ocurría con las varias lecturas de un término que la filología de los humanistas enseñaba a zanjar, según se hace aquí, mediante el cotejo de textos y las hipótesis bien razonadas.

[17] «vana e impertinente curiosidad» (I, 33,388), con el sentido peyorativo que la palabra tenía a menudo en los moralistas.

[18] La hanega o fanega variaba entre media y una hectárea y media, según la calidad de la tierra; en la región de D.Q. la extensión media de los campos de sembradura estaba en torno a las cinco fanegas. Los libros de caballerías eran regularmente gruesos infolios de alto costo (aunque se depreciaban mucho en el activo mercado de segunda mano): en 1556, en el inventario de un editor toledano, el Palmerín, el Cristalián, el Cirongilio y el Florambel, sin encuadernar, se valoraban, respectivamente, a 80, 136, 102 y 68 maravedíes cada uno (naturalmente, un comprador particular habría tenido que pagar el ejemplar a mayor precio); en ese mismo año, medio kilo de carne de vaca costaba en la región algo más de 8 maravedíes, y otro tanto de carnero, unos 15. Véase arriba, Tasa, 3, n. 4.

[19] Autor de una Segunda Celestina (1534) y de varias populares continuaciones del Amadís (Lisuarte de Grecia, 1514; Amadís de Grecia, 1530; Florisel de Niquea, 1532), a menudo recordadas en el Q.

[20] Las cartas de desafíos, en que los caballeros que se proponían trabar combate exponían los motivos y «las condiciones del desafío» (II, 65, 1159), constituían un género tan común en la realidad como en la literatura.

[21] La cita no es literal, pero sí tan representativa de la escasa claridad y las intrincadas (entricadas) cláusulas de Silva, que coincide incluso con una parodia que se les había dedicado ya en el siglo XVI: «la razón de la razón que tan sin razón por razón de ser vuestro tengo para alabar vuestro libro...»

[22] Tampoco es cita a la letra. El tratamiento de vuestra grandeza se usaba en la realidad y reaparece varias veces más adelante (abajo, 44, n. 74).

[23] maestros: ‘cirujanos’ (equivale al más vulgar maese luego usado para el barbero; véase 39, n. 28). Solo en los dos primeros libros de la Historia de Belianís de Grecia, de Jerónimo Fernández, «se cuentan ciento y una heridas graves» (Clemencín). D.Q. no acaba de sentirse satisfecho (no estaba muy bien) con las explicaciones que en la obra se dan.

[24] ‘cumpliendo al pie de la letra lo que allí se promete’.

[25] ‘hubiera porfiado hasta lograr su propósito’, de acuerdo con el gusto literario y las dotes para la escritura que DQ seguirá testimoniando.

[26] A un graduado en la pequeña universidad de Cigüenza (‘Sigüenza’), a la que la cercana Alcalá dejaba con poquísimos estudiantes, no se le llamaba normalmente hombre docto sin un cierto retintín.

[27] La competencia o ‘debate’ sobre cuál de dos héroes era superior al otro (Alejandro o Aníbal, César o Escipión, etc.) constituía un clásico ejercicio y motivo retórico, que aquí opone al celebérrimo Amadís y al protagonista de una novela no editada en castellano sino una sola vez (véase I, 6, 81, n. 37).

[28] maese era tratamiento propio (pero no exclusivo) de los barberos que practicaban también pequeñas curas médicas.

[29] La propia Oriana (véase I, Prels., 27) llegaba a estar «sañuda porque viera a Amadís llorar» (I, 17). Sobre el Caballero del Febo, I, Prels., 32.

[30] de claro en claro: ‘de una vez’, fórmula lexicalizada.

[31] La medicina de raíz galénica consideraba el poco dormir una de las causas de que disminuyera la humedad del celebro (el cultismo cerebro, ya usado en tiempos de C., se generalizó solo más tarde) y, por ahí, se potenciara la imaginación y fuera fácil caer «en manía, que es una destemplanza caliente y seca del celebro» (Huarte de San Juan). Por eso D.Q. bebía «un gran jarro de agua fría y quedaba sano y sosegado» (I, 5, 74-75).

[32] La fantasía, que ilumina las imágenes procedentes del exterior, se distinguía con frecuencia de la imaginación, encargada de reelaborarlas y crear otras sin correspondencia en la realidad, e incluso de engendrar una máquina o ‘multitud caótica’ de quimeras y soñadas invenciones, como los mismos sueños.

[33] Es ese el dato esencial en la locura de D.Q.: dar por historia ... cierta el contenido de los libros de caballerías y, por ahí, ver la realidad «al modo de lo que había leído» (I, 2, 49).

[34] Téngase en cuenta que la imagen del Cid difundida en la época de C. tenía menos elementos históricos que legendarios, y aun muchos tan fantásticos como las hazañas de Amadís de Grecia, el Caballero de la Ardiente Espada (porque la llevaba estampada en el pecho); y nótese, por otra parte, que las historias del uno y del otro se narraban en libros con el título de crónica. El revés es un ‘tajo de izquierda a derecha’.

[35] Según se contaba en múltiples textos (véase, I, 6, 81, n. 35), derivados de una fabulosa gesta medieval, inventada en España como contrapartida de la Canción de Roldán francesa. «Roldán... era encantado», porque «no le podía matar nadie» sino con un extraño recurso (I, 26,290).

[36] La industria o ‘artimaña’ de Hércules, apretando y suspendiendo en el aire al gigante Anteo, para que no cobrara nuevas fuerzas al ser derribado y tocar a su madre la Tierra. Véase II, 32, 899.

[37] Personaje central de un célebre poema (h. 1465) de Luigi Pulci, Morgante es uno de los tres gigantes a quienes se enfrenta Roldán, que mata a los otros dos, «soberbios y follones» (Amadís de Gaula, IV, 128) como desde el Antiguo Testamento solía pintarse a los de su generación, «simiente» (I, 8, 95) o ‘estirpe’, mientras a Morgante, cortés y bien educado (criado), lo bautiza y lo convierte en compañero suyo.

[38] Reinaldos de Montalbán: uno de los Doce Pares, que de las gestas francesas pasó al romancero español y a los poemas italianos de Boiardo y otros, adaptados en el Espejo de caballerías (I, 6, 80, n. 24), donde aparece dedicado a «robar a los paganos de España» y se narran sus aventuras en ultramar (en allende).

[39] mano (‘serie, tanda’) de coces conlleva un juego de palabras; en romances y otros textos castellanos, se llama Galalón a Ganelón, el traidor de la Canción de Roldán, culpable de la derrota de los francos en Roncesvalles.

[40] rematado: ‘consumido’. D.Q. está, pues, loco de remate.

[41] No obstante, hay noticia de más de un personaje, real literario, víctima de una locura similar a la de D.Q. y son relativamente comunes las anécdotas sobre aficionados al género (como el ventero Palomeque: I, 32, 373) que tomaban por reales los libros de caballerías.

[42] convenible y necesario: probablemente evoca el «dignum et iustum est» del Prefacio de la Misa; república: en su sentido clásico de ‘cuerpo político de los ciudadanos, la nación’.

[43] ocasiones: ‘trances, lances’; acabándolos: ‘llevándolos a cabo’.

[44] Como lo fue Reinaldos de Montalbán.

[45] estraño: puede valer aquí ‘singular, notable’.

[46] celada: ‘casco semiesférico que cubría toda la cabeza, la nuca y, de llevar visera, también la cara’, propio de caballeros; era de encaje, cuando, mediante una pieza ancha o falda, encajaba directamente sobre la coraza, sin necesidad de gola; morrión: ‘casco acampanado’, propio de arcabuceros, y en nuestro caso simple, o sea, liso y con un mero reborde, sin los adornos habituales.

[47] ‘habilidad, maña, sagacidad’.

[48] encajada con el morrión, por arriba, y, por abajo, con la gola metálica que defiende el cuello; complementada con una «visera de papelón» o cartón, y unido todo por unas «cintas verdes» (I, 2, 50 y 52).

[49] ‘golpe de tajo’, no de punta.

[50] «La espada hubo de ser la que usaba de diario con su traje civil, según la costumbre de todos los hidalgos» (E. de Leguina); es la única nota contemporánea en el arcaico armamento de D.Q.

[51] Los caballeros acostumbraban a probar mediante golpes de su espada las armas defensivas que debían llevar a combate.

[52] asegurarse: ‘resguardarse’.

[53] cuartos: ‘enfermedad de las caballerías’ y también ‘monedas de ínfimo valor’.

[54] ‘era solo piel y huesos’, según un epigrama de Teófilo Folengo, inspirado en una sugerencia de Plauto (Aulularia, III, VI, 564); Gonela fue un bufón de la corte de los duques de Ferrara.

[55] DQ no redacta la continuación de Don Belianís, pero elabora su vida imaginaria igual que si compusiera un libro de caballerías (I, 2, 46-47); así, «como un escritor enterado, piensa mucho antes de elegir los nombres» (E. C. Riley).

[56] La literatura caballeresca española, en la tradición medieval, suele dar a los personajes nombres significativos («Amadís», «Palmerín», etc.), pero solo por excepción se los concede a los caballos, según ocurre, en cambio, en la italiana.

[57] La caballería era la orden militar por excelencia y exigía profesar o hacer profesión en ella mediante unos ciertos votos.

[58] La imaginación (véase 39, n. 32) se consideraba a menudo antesala de la memoria y suministradora de las imágenes al entendimiento.

[59] primero se usaba con la misma función adverbial que antes («tornó a pasearse con el mismo reposo que primero», I, 3, 58), y a su vez ante o antes también podía emplearse sustantivado con el valor de ‘aperitivo’ o ‘primer plato’.

[60] Los hidalgos no tenían derecho al tratamiento de don, cuya utilización es bastante frecuente en los libros de caballerías (aunque no en los títulos) y propia de la clase social de los caballeros en la época de D.Q. (II, 1, 643, y 6, 674). En la armadura, el quijote era la pieza (no usada por nuestro hidalgo) que protegía el muslo; por otro lado, el nombre evoca a uno de los máximos héroes de la tradición artúrica, «Lanzarote» (I, 2, 52), mientras el sufijo -ote, que suele aparecer en términos grotescos o jocosos (I, 26, 292-293; 30, 348), se había aplicado ya, en el Primaleón y en fiestas caballerescas reales, a un hidalgo ridículo, «Camilote».

[61] Entiéndase: ‘tomaron ocasión para inferir que sin duda...’

[62] Es decir, ‘no se había contentado con sólo llamarse...’

[63] Gaula era un reino imaginario situado «en la pequeña Bretaña» (Amadís, I, «Comienza la obra»).

[64] Al recibir el sacramento de la confirmación —que antaño se entendía en términos afines a ser armado caballero y «darnos Dios armas e instruirnos en el uso dellas para pelear y defendernos» (Bartolomé Carranza)—, se puede cambiar de nombre.

[65] darse a entender ‘convencerse, parecerle a uno, creer’ convive en la lengua de la época con dar a entender ‘explicar’ e ‘insinuar’.

[66] Formula en términos bíblicos un lugar común caballeresco: “Perché ogni cavalier ch'è senza amore / se in vista è vivo, è vivo senza core” (Boiardo, Orlando innamorato, I, XVIII, 46).

[67] ‘por mis graves culpas, por mi desgracia’.

[68] ‘acometida, golpe’.

[69] ‘en definitiva, a fin de cuentas’. Es voz favorita de C.

[70] ‘para que se presente a ella’, en el sentido del presentase de unas líneas más abajo o de I, 9, 111, y 22, 246. Pero presentado también puede entenderse ‘como presente, como obsequio’.

[71] señora, porque la relación entre el caballero y su dama se concebía como el vínculo feudal entre el vasallo y su señor.

[72] Nombres sugeridos, al parecer, por malandrín ‘malvado’ y caraculo ‘cariancho’; ínsula, y no isla, según el arcaísmo propio de los libros de caballerías.

[73] singular: ‘de un solo caballero contra otro’ (no de varios contra varios), en el sentido técnico con que el adjetivo se usaba en los combates caballerescos.

[74] Juega con merced y grandeza en su valor propio y como términos de tratamiento (véase más arriba, 38, n. 22).

[75] ‘ni ella se lo dio a catar, le dio cata o prueba de su buen parecer’, dicho en tono de picardía, o bien ‘ni él le dio muestra de ello’; pero el sentido de la frase no es seguro.

[76] Frente al real Aldonza, que entonces sonaba a rústico (“A falta de moza, buena es Aldonza”, decía un refrán), D.Q. llama Dulcinea a la hija de Lorenzo Corchuelo (I, 25, 283), porque desde antiguo Aldonza se había asociado con otro nombre de mujer, Dulce, y porque la terminación -ea, presente en los de heroínas literarias tan prestigiosas como Melibea y Clariclea, tenía un regusto peregrino o ‘inusitado, exquisito’ (I, 2, 47, n. 28).

    PROFESORA: MIRIAM MÉNDEZ


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viernes, 10 de septiembre de 2010

JUAN RULFO. CUENTOS. 6º año.

                         

CHARLES BAUDELAIRE. POEMAS. 6º año.



 


 

martes, 7 de septiembre de 2010

CÉSAR VALLEJO: "LOS HERALDOS NEGROS". 6º año

                     CÉSAR VALLEJO

                 "LOS HERALDOS NEGROS"

   Hay golpes en la vida tan fuertes...Yo no sé!
   Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos;
   la resaca de todo lo sufrido
   se empozara en el alma...Yo no sé!


   Son pocos; pero son...Abren zanjas oscuras
   en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
   Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
   o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


   Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
   de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
   Esos golpes son las crepitaciones
   de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


   Y el hombre...Pobre...pobre! Vuelve los ojos locos, como
   cuando por sobre el hombro nos llama una palmada:
   vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
   se empoza, como charco de culpa en la mirada

Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo ni sé!


                     * * *      * * *       
           BORLAS DE HIELO

Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...


                     * * * * * 

PIEDRA NEGRA SOBRE PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...


                         * * * * *  

               
    ESPERGESIA
 
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
 
        * * *   * * *   * * * 






 

 

domingo, 5 de septiembre de 2010

CÓMO ESTUDIAR UN TEMA. ESTRATEGIAS.


  Acciones que debiera realizar cuando se propone estudiar. 

Profesora: Miriam Méndez.

                               
                                 LLEGADA DE LA INFORMACIÓN  
* Asegurarnos de que hemos recibido correctamente la información.
* Comprobar si tenemos datos y/o materiales suficientes antes de comenzar a trabajar.


                                 LA PLANIFICACIÓN
* Ideamos un plan de trabajo en relación con la consigna, el tiempo disponible para
    concretizarla, y las ganas de superación. 
* Si existieran varias posibilidades para concretar la consigna, analizar cuál es la más fácil,
    apropiada y/o creativa según el caso.

  
                     ELABORACIÓN DE LA INFORMACIÓN 
* Ir cumpliendo con el plan de trabajo fijado de manera eficiente.
* Dedicarle tiempo a cada una de las partes del trabajo.


                                 MEMORIZACIÓN 
* Organizar la información obtenida utilizando la técnica que facilite más la memoriza-
     ción de lo elaborado:
                                    - resumen
                                    - esquema
                                    - mapa conceptual

                                 *     *     *     *     *


                           COMIENZO A ESTUDIAR 

*  Lograr captar una primera idea de lo que trasmite el texto.
*  Leer el texto sin volver atrás.
*  Buscar la idea general del tema.
Observar título, subtítulo, palabras destacadas...

* Recordar lo que ya sabe y conectarlo con lo que ahora aprende.
* Evocar lo que ya sabe del tema.
* Preguntarse lo que no sabe y debe profundizar.
* Dominar las ideas fundamentales que encierra el texto.
* Leer detenidamente cada párrafo.
* Detectar la idea fundamental y las secundarias en cada uno de ellos.
* Hacer un subrayado diferenciado.

* Lograr un concepto global más aproximado al tema
* Leer nuevamente el texto deteniéndose en las ideas subrayadas;
     examine lo que cree saber, aclare dudas, enriquezca sus conocimientos.

* Aplicar algunas de las técnicas de expresión escrita que se utilizan de soporte para
     la memorización.
* Según el texto trabajado elabore el resumen, esquema, mapa conceptual del mismo, etc.

* Expresar lo estudiado ya sea en forma oral o escrita.
* Explique la lección en voz alta apoyándose en la técnica de fijación elaborada.
* Ensaye la exposición a través del lenguaje escrito.

                               *        *        *         *         *

                         CÓMO HACER UN ESQUEMA 

Un esquema es la expresión gráfica de las ideas 
importantes de un tema.


ELEMENTOS FUNDAMENTALES:   - título
                                                      - apartados
                                                      - ideas que explican cada apartado


         PASOS PARA REALIZARLO: 

A) Lectura detenida del texto, localizando sus ideas fundamentales.
B) Subrayado de palabras claves.
C) Anotar en el margen palabra clave que exprese la idea central del párrafo.
D) Elaborar el esquema utilizando, palabras claves, signos distintivos y frases breves
     que completen el significado de las palabras claves.  


                                    SUGERENCIAS 

* Unidad de dirección al redactarlo: hacia la derecha y hacia abajo.
*  Unidad de visualización: que quepa en una hoja.
*  Destacar claramente los títulos de los apartados principales, párrafos secundarios,etc.
*  Procurar que el texto sea:
                                      - breve con frases cortas
                                      - significativo: palabras claves
                                      - conciso, prescindiendo de detalles
                                      - jerarquizado según la importancia de los puntos que contiene 
* Favorecer el orden, la claridad y la comprensión lógica del texto.

                                              *        *        *         *


                         CÓMO HACER UN RESUMEN

Consiste en expresar sintéticamente la interpretación
personal de un texto.


ELEMENTOS FUNDAMENTALES:
                                                -  fidelidad al texto
                                                -  puntos importantes del mismo
                                                -  relaciones entre los puntos importantes


                    PASOS PARA REALIZARLO:

A) Lectura de exploración para captar idea general.
B) Formularse preguntas: ¿qué dice? ¿de qué partes consta? ¿qué se dice en cada
                                        parte?
C) Hacer una segunda lectura detenida del texto subrayando lo importante.
D) Expresar en voz alta el contenido del libro sin mirarlo, teniendo en cuenta los tres
                                     aspectos señalados al principio.
E) Revisar y corregir las ideas que no son claras.


                            SUGERENCIAS 

* La tarea de resumir es posterior a la de subrayar. 
* En el resumen todas las ideas deben estar perfectamente integradas. debe ser breve y
     preciso.
* Su presentación deberá recordar un texto normal. El punto y seguido es el medio nor-
    mal de enlace. No pueden aparecer guiones ni asteriscos.
* Deberá tener una extensión aproximada a un 25 % del texto original.

                      *        *         *         *           * 
  

                 LENGUAJE ESCRITO


La escritura, junto con la lectura constituyen los dos pilares básicos para 
un buen rendimiento en el estudio


                       PRESTAR ESPECIAL ATENCIÓN A:


1) La presentación.
                             - aspecto limpio y ordenado
                             - letra clara
                             - con márgenes, sangría
                             - sintetizar títulos y subtítulos

2) Organizar bien el contenido.
                             - tener claro el tema a desarrollar
                             - dar sentido y unicidad al trabajo 

3) Evitar errores gramaticales.
                            - controlar faltas de ortografía (uso del diccionario)
                            - utilizar correctamente los signos de puntuación
                            - prestar atención a la construcción de la frase (concor-
                               dancia, tiempos verbales, etc.)

4) Utilizar un vocabulario adecuado
                            - acorde al tipo de escrito a desarrollar (literario, científico,...)

5) Escribir con estilo propio
                            - crear algo nuevo a partir del lenguaje (imágenes, personajes,
                               pensamientos).
               
                          *        *        *        *        *

                    LENGUAJE ORAL 

De poco vale lo que aprendemos, sabemos o hemos creado, si no somos capaces
 de transmitirlo a los demás.

                HABLAR BIEN SIGNIFICA:  - hacerlo con claridad
                                                          - utilizar un lenguaje adecuado.


              PAUTAS PARA TENER EN CUENTA:


1) Mantener un buen autocontrol mientras se habla:
                - evitar bloqueo, timidez o tono provocativo
                - es importante expresarse con seguridad y soltura
                - será necesario entrenarse.

2) Tener un buen conocimiento del tema:
                - informarse bien para estar seguros de los contenidos que se exponen
                - dominar el tema en su totalidad cuando se va a exponer en grupo.

3) Partit de un guión inicial:
                - construir un esquema breve
                - mantener orden lógico y lineal.

4) Hablar en un tono y velocidad adecuados: 
                - hablar pausadamente... dará tiempo a pensar...
                - las pausas breves crean espectativa en el auditorio
                - usar un tono de voz natural con suficiente entonación para no caer en
                  la monotonía y el aburrimiento.

5) Presentar una síntesis del tema:
                - después del desarrollo es importante realizar una síntesis final a manera
                   de conclusión
                - si es apropiado pueden hacerse preguntas o aclarar dudas. 

            
                      *     *    *      *    *


                    TOMA DE APUNTES 


IMPLICA UN TRIPLE PROCESO:
                                              - Oír lo que dice el profesor
                                              - Interpretar las ideas escuchadas
                                              - Sintetizar las ideas importantes.


PRINCIPIOS QUE PUEDEN FACILITAR LA TAREA:

1) Anotar las ideas del profesor, no las palabras.
2) Incluir las necesidades para que podamos recrear lo leído en clase.
3) Expresarse con palabras propias.
4) Usar abreviaturas o signos personales.
5) Tomar apuntes sólo de aquello que se entiende.
6) Atender a palabras, gestos, énfasis, ejemplos, indicaciones especiales, que
     haga el docente.
7) Revisar y completar los apuntes: ordenarlos, clasificarlos, enumerar sus prin-
     cipales características, subrayar lo importante, poner títulos, hacer esquemas.


           DOS ACTITUDES CLAVES PARA LA TOMA DE APUNTES

 A) Saber escuchar resulta imprescindible para poder sacar notas.
 B) Detectar las ideas importantes.

 A)  Será importante ubicarse en un sitio que favorezca la tarea:

       * Sentarse correctamente.
       *  Mirar al profesor para captar sus explicaciones y sus gestos.
      *  Permanecer en silencio y no distraerse.
      *  Concentrarse en la explicación y no perder el hilo del tema.
      *  Procurar entender antes de escribir.
      *   Pedir explicación frente a dudas.

 B)  Detectar ideas importantes:  
    * Hay profesores que anuncian las grandes ideas y apartados al inicio de la clase.
           Al anotarlo, facilitará la orientación.
    * En determinadas situaciones es el alumno quien debe detectar el esquema que
         sigue el profesor. Muchos de ellos utilizan trucos y símbolos para indicar a los
         alumnos que lo que van a decir es importante ("recuerden", "presten atención",
       "observen", "es fundamental", "la clave está en", "se deduce que", esto
        grábenselo en la cabeza", etc.). 
        Otros se valen de pausas, de distintos tonos de voz o repeticiones para enfatizar
         la idea que quieren destacar.
    * Debiera anotar los esquemas gráficos y las palabras técnicas que el profesor anota
         en el pizarrón.
    * Las definiciones se anotarán "al pie de la letra", al igual que los problemas o fórmulas.
   * Habrá que prestar atención al inicio y al final de las explicaciones:
        * al inicio el profesor suele exponer lo que pretende demostrar e incluso puede hacer
           un guión con los pasos que desarrollará;
        * al final, suele hacer una recapitulación de lo explicado hasta una conclusión.
   * Es interesante la utilización de abreviaturas. 
         
              *     *     *     *     *

 



       PREPARACIÓN DE EXÁMENES

Los exámenes se constituyen en una prueba de fuego . De poco les servirá creer
que han aprendido si no lo demuestran.
Miden el grado de asimilación de la materia estudiada.

   RECOMENDACIONES:
                                         A) antes de su realización
                                         B) al momento de realizarlo
                                         C) posterior a su realización 
 
 
 

  PROFESORA: MIRIAM MÉNDEZ

lunes, 30 de agosto de 2010

Soluciones

                         EJERCICIO  (1)

        1)  b, b, b, v, b.
        2)  b, b, v.
        3)  b, b, b, v, b, b, b, b.
        4)  b, b, b, b, b, b, b.
        5)  v, v, b, v, b.
        6)  b, b, b, b.
                  _   _   _   _   _   _   _   _ 
         

                       EJERCICIO  (2)

     1)  v, v, v, b, v, v.
       2)  v, b, b.
       3)  v, b, b, v, b, b.
       4)  v, v, b, v, b.
       5)  b.
       6)  v, v, b, v, b, b. 
                 _   _   _   _   _   _   _   _


              EJERCICIO  (3) 

     1)  c, c. 
      2)  c.
       3)  c.
       4)  cc, c.
      5)  cc, c.
      6)  cc. 

            _   _   _   _   _   _   _   _ 

            EJERCICIO  (4)  

    1)  z.
    2)  z.
    3)  z, z, c.
    4)  z, z.
    5)  z, c, z. 
         _   _   _   _   _   _   _   _   


PROFESORA: MIRIAM MÉNDEZ